Por: Dr. Ignacio González, neurólogo del Centro de Neurociencias de Clínica Universidad de los Andes
Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, una fecha que sirve para concientizar sobre esta patología, la cual, según el último Informe de Estadísticas Vitales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2022 afectaba a más de 200 mil chilenos.
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva irreversible que afecta principalmente la memoria y el lenguaje al comienzo, para después ir evolucionando hacia la pérdida total de las capacidades cognitivas. Según la Corporación Profesional Alzheimer y otras Demencias, se espera que para el año 2050 más de medio millón de personas la padezcan en el país y más de 150 millones a nivel mundial.
El Dr. Ignacio González, neurólogo del Centro de Neurociencias de Clínica Universidad de los Andes, explica que “este aumento se debe en gran medida al envejecimiento poblacional y, por el momento, no se puede frenar, ya que actualmente la población mayor está al alza y la natalidad a la baja”, lo cual complica el panorama a futuro, debido a que más que nuca, hay porcentualmente más personas en riesgo.
Factores de riesgo del Alzheimer
Si bien esta es una enfermedad irreversible, existen factores de riesgo modificables que juegan un papel fundamental en su prevención:
- Aislamiento social
- Obesidad
- Depresión
- Diabetes
- Consumo excesivo de alcohol
- Sedentarismo
- Poca educación académica
- Pérdida auditiva o visual
- Fumar
- Altos niveles de colesterol LDL
Es por esto que la conservación de la salud general especialmente el control de los riesgos vasculares, la estimulación cognitiva a lo largo de la vida, el mantenimiento de un entorno social activo y la actividad física son esenciales para reducir el riesgo.
Según un estudio publicado en la revista The Lancet, las medidas preventivas adecuadas ayudarían a reducir la incidencia de la demencia hasta en un 45%. Es por esto que el Dr. González enfatiza en que “es necesario un recambio generacional adecuado, educación de calidad y temprana, mejorar las condiciones sociales y psicológicas de las personas mayores, reducir el consumo de alcohol y tabaco, además de fomentar estilos de vida saludables desde edades tempranas”.
Es importante recordar que esta enfermedad no solo afecta a quienes la padecen, sino también a sus familias y cuidadores. La carga emocional es inmensa, y a medida que avanza, las necesidades de atención aumentan.