En particular, el cambio climático ha exacerbado la intensidad de los períodos secos, pero las sequías en sí han estado siempre presentes en la historia humana, siendo incluso responsables del ocaso de importantes civilizaciones. Si bien es imposible detenerlas, sí tenemos las opciones para aminorar sus efectos negativos.
NO ES SÓLO CAMBIO CLIMÁTICO
Cada vez es más común constatar la carencia de agua en muchas regiones de nuestro país. Documentales, artículos periodísticos y opiniones desde diversos puntos de vista resaltan el impacto de las sequías, con escenas dramáticas que van desde lechos de ríos vacíos a grandes incendios forestales. La vorágine de información, sin embargo, puede conducir hacia la errónea idea de que la ocurrencia de sequías se deba sólo a los efectos del cambio climático. En particular, el cambio climático ha exacerbado la intensidad de los períodos secos, pero las sequías en sí han estado siempre presentes en la historia humana, siendo incluso responsables del ocaso de importantes civilizaciones.
NO HAY EXCUSAS
Bajo el escenario anterior, la ciencia y la investigación son vitales para conocer con antelación las probabilidades de que se produzcan sequías en una localidad determinada, así como para saber de qué magnitud podría ser el déficit de precipitaciones asociado. Los instrumentos de predicción y conocimiento que hoy existen, no avalan la excusa de que una sequía sea sorpresiva o inesperada. Más aún, cuando la carencia de agua atañe a más del 60% de las actividades productivas.
LÍDERES EN CONOCIMIENTO DE LAS SEQUÍAS
La División de Ciencias del Agua de la UNESCO entrega una fuerte prioridad al estudio de las sequías y a la creación de herramientas que permitan adelantarse a su desarrollo. En América Latina y el Caribe, el Centro del Agua para Zonas Áridas y Semiáridas (CAZALAC*), afincado en La Serena, ha sido encargado de liderar el conocimiento de las sequías en el continente, trabajo que desarrolla desde hace más de una década y para el cual ha contado con el soporte de diversos organismos responsables de los datos climáticos en los países de Latinoamérica y el Caribe. Esto quedó plasmado hace un par de años en sendos libros: “Atlas de Sequías de América Latina y el Caribe” y “Atlas de la canícula de América Central y el Caribe”, que detallan con claridad y fundamentos las frecuencias de las sequías en cada uno de los países y regiones del continente y sus intensidades respectivas.
ACCIONES DE MITIGACIÓN
Avances como los detallados son importantes y deben ser considerados para la planificación del territorio y de acciones e instrumentos de mitigación. Entre estos, por ejemplo, localizar convenientemente dispositivos para la captación y almacenamiento de agua de carácter superficial o subterráneo, priorizar nuevas fuentes de agua, definir subsidios o seguros para productores, etc. No obstante, también resalta el hecho de que las sequías afectan, de una u otra manera, a gran parte de los países del continente y, por lo tanto, las soluciones exitosas pueden ser replicadas.
Si bien es imposible detener que ocurran las sequías, sí tenemos las opciones para aminorar sus efectos negativos. Las sequías tienen una historia mucho mayor que el mero cambio climático, y eso podemos hacerlo jugar a nuestro favor.
