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Morir de Covid y de pena, la historia de victima talquina de la pandemia

Jorge Osorio es una de las 725 víctimas maulinas que ha cobrado el Covid-19 . Ayer domingo se sumaron 4 más a esta trágica lista. Jorge falleció hace cinco meses a la edad de 63 años. Trabajó casi 30 años en la sede Talca de la Universidad Santo Tomás y los fines de semana “pituteaba” en labores de control para los partidos de Rangers y Español. Por eso era conocido por muchas personas en Talca. El periodista Rodrigo Contreras conversó con su familia y escribió esta emotiva historia.

Jorge Luis Osorio Anabalón estaba bajoneado desde la muerte de su madre, el 9 de abril del 2019.

Quedó huérfano a los 62. Se había separado de su esposa hace 30 años y su única hija vivía en San Antonio. Ni siquiera sus hermanos, Nelly y Raúl, lograban sacarle la tristeza.

Quedó solo en la casa donde todo le recordaba a su madre. Prefería ir a comerse un completo antes que cocinar. Comprarse ropa antes que lavarla. Y cuando iba a ver a la mamá al cementerio le pedía que se lo llevara.

No estaba bien Jorge, dice su hermano Raúl.

Además, ya había tenido problemas serios de salud. Estuvo internado grave por tuberculosis. Hasta le llevaron un cura. Pero se recuperó. Era, además, hipertenso y diabético.

El jueves 3 de septiembre de 2020 se sintió mal, tenía un dolor en el pecho. Esa semana su hermana Nelly lo había venido a buscar para pasar juntos el 18. Fue a un médico que lo derivó de inmediato al hospital para hacerse un examen de tórax. El PCR salió positivo. Todo fue muy rápido.

El sábado 5 llamaron a Raúl del hospital para que fuera a despedirse.

Estuvo a medio metro de su hermano. Jorge estaba inconsciente, le costaba respirar. Un par de horas después, ya en la madrugada del domingo, lo llaman para decirle que Raúl había fallecido. Tenía 63 años.

Esa mañana, casi sin tiempo para la pena, hicieron los trámites. Una hora y media para enterrarlo, para ir a la funeraria y al cementerio. Dos ramos de flores y a la urna familiar. A cien metros Raúl y la hija de Jorge.

Nelly, la otra hermana, no pudo asistir. Estaba contagiada con Covid. Lo suyo fue grave. Entubada, la trasladaron a Santiago donde pasó dos meses hospitalizada. En noviembre la dieron de alta, pero con secuelas.

También se contagiaron la hija de Jorge y la esposa de Raúl, pero no de gravedad. Raúl, milagrosamente, no.

Se realizó dos PCR y ambos fueron negativos. Un doctor le dijo que se notaba que tenía buenas defensas.

Los hermanos Osorio se parecían en algunas cosas. A ambos les gustaba bailar. Jorge asistía a un club de tango. Raúl le sacaba brillo al piso con el twist. También los unía el fútbol. Raúl ha sido un eterno jugador amateur, vistiendo varias camisetas y siempre en calidad de goleador, aunque también con buenas jornadas bajo los tres palos. Jorge, en cambio, fue dirigente en el Club Deportivo Cienfuegos.

Jorge trabajó casi 30 años en la sede Talca de la Universidad Santo Tomás. Los fines de semana “pituteaba” en labores de control para los partidos de Rangers y Español. Y cuando ambos equipos jugaban de visita se las arreglaba para emprender con un negocio banquetero. Le alcanzaba el tiempo para todo. Incluso para juntarse con sus amigos los viernes.

Iván González, recordado reportero deportivo de Diario El Centro, también fallecido, lo bautizó como el “Mentholátum” por sus múltiples facetas. Y en el Santo Tomás lo apodaban el “ogro” debido a sus cambios de humor. Podía ser muy simpático, pero también tenía su genio.

Varios de sus amigos llegaron a la casa cuando se enteraron de su muerte. Pero no hubo velorio. No pudieron despedirse.

Raúl supone que su hermano se contagió en un viaje al campo, donde -después se enteró- había gente con Covid.

Pero Raúl Osorio vuelve a enfatizar el ánimo que dominaba a su hermano en el último tiempo, más allá del contagio. Cuando lo llevó al hospital, Jorge le dijo: “hermano, parece que no voy a salir de aquí”. Algo intuía. Y antes le había dicho que si le pasaba algo la loza que arrendaba en sus días de banquetero era para él.

No estaba bien Jorge. Le pesaba demasiado la partida de su madre. Y así, con el ánimo bajo, el bicho no encontró defensas.

Se fue Jorge. Quedan solo Nelly y Raúl.

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