La historia de Chile es la historia del ferrocarril. En la reconstrucción que una mujer o un hombre adulto hacen de su pasado, la simbólica presencia del tren en él es imperecedera. Eso no admite discusión. Pedaleando junto a estaciones casi en ruinas en Vicuña, Licantén, Valdivia y tantos otros lugares hemos visto el lamentable abandono en el que se encuentran hitos ferroviarios como puentes y estaciones que retrotraen al habitante a su pasado y el pasado ferroviario está lleno de memoria.
En ese contexto, la trocha maulina fue un instrumento decimonónico para implantar el canon del desarrollo exigido por el disruptivo fogonazo de la Revolución Industrial que hacía eco en el norte de Chile y su vocación minera, disponiendo los recursos que el país contaba para dichos fines, incluso más allá de nuestro horizonte salitrero. Desde 1892 el Ramal Ferroviario Talca Constitución paulatinamente reemplazó a la pletórica navegación que en el Maule habían sostenido lanchas planas, viviendo su época dorada entre 1950 y 1960 cuando cuatro trenes al día realizaban activamente el recorrido por sus 88 kilómetros de extensión.
Tras vivir su mayor esplendor, la nueva modernidad tiñó de un monótono verde oliva a los cerros de la cordillera de la costa, lo cual estranguló al Maule, asfixiando su curso vital de la forma que lamentablemente conocemos hoy. Así, el Maule fue empujado al límite cuando -a vista y paciencia de una ciudadanía silente- se llevaron a cabo prácticas insostenibles como la deforestación a escala industrial, que recién hizo eco en la población tras los funestos incendios que desde el 2017 se repiten hasta hoy. A duras penas el ramal sobrevivió a todo ello y más.
Aunque hubieron muchas iniciativas antes y desde ámbitos tan diversos como el artístico, universitario o el comercial, no fue hasta el programa de Patricio Bañados (El Mirador TVN, 2000) cuando el ramal alcanzó una visualización e interés inusitado hasta entonces, cuyos ecos se hicieron sentir tanto en Chile como en el extranjero. Algunas comunidades a lo largo de la trocha angosta como Curtiduría canalizaron dicho interés colectivo en la figura del último ramal ferroviario chileno, logrando lo imposible: devolver al ramal parte de su pasado brío. Se consiguió inclusive la declaración de Monumento Histórico de algunos de sus hitos patrimoniales, los que podíamos visualizar desde el interior del buscarril, observando con preocupación que pese a contar con tal distinción simbólica, día a día sus atributos patrimoniales se deterioran gravemente como las estaciones de Colín, Corinto o Maquehua sin que ninguna autoridad en la materia tome cartas en el asunto, más allá de lo discursivo o «lo políticamente correcto.»
Gracias a la libertad que nos otorgan las bicicletas hemos tenido la oportunidad de recorrer un inusual ramal desde dentro del ramal, disfrutando primero de hitos relativamente conocidos en éste como el invernal salto de agua de «La Piuchena», el encuentro de los ríos en «El Morro», la degustación de lisas a la teja en Rancho Astillero, o el puente «Banco de Arena», siendo todos lugares en que comúnmente nos encontramos quienes admiramos el ramal.
Ahora exponemos a ustedes el disfrute de un viaje único en su tipo, deteniéndonos en los hervideros de vida que no vimos mientras nos dirigíamos a Constitución. Haremos entonces una ruta única en bicicleta junto a lo no inventariado de su trocha angosta y al margen de las detenciones habituales en sus once estaciones e incontables paraderos.
1.- Puente ferroviario sobre el río Claro
Ubicado en la localidad de Colín y distante a unos 15 kilómetros al sur de Talca, nos encontraremos con trazos dispersos, hermosos y abandonados del Ramal Ferroviario Talca-Constitución, específicamente en la estación de Colín y el puente ferroviario sobre el río Claro, el cual fue construido a fines del siglo XIX, el que a diferencia de muchas obras publicas de nuestro presente en Chile, aún sigue funcionando.
Pese a la proyección de futuro muy sustanciosa que atesora el ramal, el abandono de la ruinosa estación ferroviaria de Colín y la desatención sobre la obra de arte mencionada en esta publicación, todo ello nos recuerda una esperanza aún latente: la de revalorizar el territorio, los habitantes y la historia de un recorrido único en su tipo en Chile y el mundo. Aún quedan vestigios de ese recuerdo, de ese pasado aún sentido vivo; han aumentado las distintas formas de transportarse, pero el ramal sigue siendo el puente de comunicación desde la memoria que ha estado y seguirá estando en sus vidas, testigo viviente de los tiempos que cambian, recordándonos siempre quiénes somos y hacia dónde vamos.
Pero nuestro viaje en bicicleta prosigue lento, descubriendo nuevos espacios cada vez que avanzábamos en calma, alegres y atentos. Entre Colín y Cobín, pedaleando por el camino asfaltado hacia los cerros cercanos nos encontramos con la trocha angosta del ramal y decidimos seguir su camino tomando todas las precauciones necesarias. La primera parte de la ruta está completamente asfaltada y la segunda está compuesta por piedras y tierra que no ofrecen mayores dificultades en sus dos kilómetros de extensión. Así, tras cruzar varios puentes pequeños llegaremos a la obra de arte, detención emblemática en nuestro destino. El puente mide más de cien metros y si lo deseamos debemos cruzarlo atentos a la hora que pasa el tren por allí. Hemos tenido la suerte de poder oír los rieles del último ramal chileno, chocando contra el tren que venía desde Constitución. Sentimos luego ese olor a tierra húmeda y la felicidad de algunos niños que jugaban a la pelota cerca de nosotros. Recuerdo que siempre nos decían que pueblos así no eran atractivos. Tras recorrer toda la región en bicicleta, lo que hemos visto en Colín se recrea continuamente y evoluciona con el paso de la modernidad. Colín sigue siendo la acogida, esa casa amigable, ese rico pan amasado, tomates y uvas, esas caras sonrientes por todos lados. Esta fue una de las primeras rutas que en el 2015 realizamos en Cicloturismo Chile Profundo. En una región con cientos de rutas a realizar en bicicleta, solo en tres ocasiones después hemos vuelto a pedalear allí.
2.- Tinajones de Tanhuao
El remanente de un bosque nativo que se encuentra en las verticales colinas ubicadas en las proximidades de la estación Poeta Jorge González Bastías, permite que en invierno y primavera un frágil curso de agua se descuelgue de las alturas para dar vida a una reserva natural pendiente.
Un recorrido horizontal en el último ramal ferroviario de Chile nos permite visualizar desde el interior del buscarril las estaciones y su abandono en los 88 kilómetros de trocha angosta que unen a Talca con la ciudad de Constitución. Pero, sobre una bicicleta tenemos la posibilidad de disfrutar verticalmente este recorrido, apreciando lo que no es posible ver desde el interior del ramal.
Pedaleamos desde Talca con las alforjas a tope recorriendo el deshabitado sector de Las Tinajas, Rauquén luego y tomando fuerza en Corinto para ascender con perseverancia hacia Curtiduría con el Maule a nuestro lado. En Curtiduría optamos por seguir junto a la vía férrea unos 9 kilómetros, existiendo algunos senderos que facilitan nuestro paso.
Llegamos así a la zona de los Tinajones sorprendidos por la sobrevivencia de un bosque nativo no común en esta zona donde todo es pinos o eucaliptos. El agua de los tinajones proviene de las lluvias invernales y en octubre el descenso en el volumen de la misma no nos permite apreciar lo que exhibimos en estas fotografías sobre un lugar en el que podríamos tener a futuro una reserva natural que espera dicha declaratoria y el compromiso de todos(as) por preservarla para el disfrute en el presente y las futuras generaciones.
3.- Puerto fluvial de San Antonio
Desplazando a las antiguas formas de transporte fluvial de la zona, el ramal comenzó a construirse en mayo de 1890 y doce años más tarde las obras se encontraron con el desafío de extender la vía férrea de la ribera norte a la sur en «Banco de Arena», sector cercano a la desembocadura en la ribera norte del Maule, desde la cual los pasajeros eran embarcados hacia la ribera sur y/o el muelle fiscal del puerto de Constitución.
Declarado Monumento Histórico Nacional el 25 de mayo del 2007, poco o nada se consigna respecto de su predecesor en materia de transporte: la navegación fluvial. Sin embargo, una mirada más abierta nos permite encontrar trazos en perfecto estado de la «Arcadia Maulina»: en la localidad de Toconey, un poco más hacia el oeste de su estación ferroviaria, existe junto al río Maule una casona que atesora dicho pasado y junto a ella los últimos muelles fluviales que allí se construyeron con dicho propósito.
Toconey es una localidad que en el pasado contaba con importantes servicios a la población allí residente. Hoy casi todo se mantiene a pulso y su frágil patrimonio se encuentra obligado a correr la misma suerte. La casona que cobija al puerto fluvial de San Antonio se observa en muy buenas condiciones y dependiendo de la época del año, podemos comprar vino, miel y aceitunas. Alimentación que complementamos con tortillas, tomates y humitas que disfrutamos con asombro y placer.
Con el equipamiento y práctica necesaria es posible llegar pedaleando desde Talca a Toconey, tardando en nuestro caso unas 6 horas de pedaleo junto a la vía férrea desde el km 33 (Curtiduría). Señalamos enfáticamente a quienes deseen imitar esta experiencia que el traslado de bicicletas es excepcional, al tratarse de un ramal subvencionado por el Estado y con preferencia para los habitantes que viajan entre las estaciones de éste. En temporada estival es casi imposible cargar más de una bicicleta. Ténganlo en cuenta. Como también que el ramal está pensado ahora principalmente para el habitante del ramal, cuestión patrimonial intrínseca que aplaudimos.
4.- Salto de agua de Forel
Llamada «El Álamo» hasta 1938, la estación de Forel (km 62) debe su actual nombre al biólogo suizo François-Alphonse Forel quien, al parecer, vivió varios años en las entrañas del Chile profundo. La estación se incendió en 1986, e infausto y recalcitrante, el fuego se llevó casi todo lo demás en el 2017. Afortunadamente sobrevivió en sus inmediaciones una frágil cascada que de no recibir la protección necesaria, tarde o temprano se perderá, ya sea por el turista inconsciente o por la actividad industrial desenfrenada.
Nosotros hemos llegado a la Estación de Forel y desde allí hemos realizado un trekking muy relajado por sus inmediaciones que recomendamos a ustedes. ¿Dónde acampar gratis y lo más seguro posible? Cuando las medidas sanitarias así lo permitan resulta ideal en la orilla oeste de la playa fluvial que existe frente a la estación (se ve genial) o en el bosque de álamos que se encuentra unos 4 kms al este de la estación. No olvides llevar tu basura de vuelta y abastecerte de lo necesario ya que los almacenes están muy lejos, a varias horas caminando (Toconey o Constitución).
Así, en Cicloturismo Chile Profundo desde el 2015 hemos podido recorrer líbremente una ruta que pocos se aventuran a recorrer en bicicleta y que envuelta en naturaleza y abrazada al Río Maule la convierten en un recorrido singular en el país y que no ha sido advertido por los gestores turísticos o culturales.