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Toque de queda

Mañana, cuando comience a regir el toque de queda a las nueve, si no cambié la hora, va a ser lo mismo. Si no retrasé el reloj en una hora, será como que si fueran las diez. Así es que decidí no cambiar la hora. Seguiré con horario de verano, mirando hacia atrás, recordando que un día no hubo pandemia. Recordando cuando estaba en Santiago con mis hijos y los llevaba al colegio, cuando iba con Lucía al Normandie.

Ahí nos dimos el primer beso mientras Rick le decía a Louis que ese era el principio de una gran amistad. Lucía me llevaba a ver películas viejas de Bogart. Y yo intentaba que le gustarán las historias de periodistas. Pero no hubo caso, terminamos separándonos y yo viajando a Talca creyéndome los cuentos de López y las ventajas de vivir en una ciudad de provincia. Pobre López, seguro que, como siempre, cambió la hora el sábado en la mañana. Dice que es mejor adelantarse, acomodarse antes de que las cosas pasen, vivir planificando, solo así puedes salir vivo de un mundo que ha perdido las certezas. Tiene sentido. A veces coincido con López. Pero esta vez no. Me quedo con el horario de verano.

Con mi madre preparándome la colación y rogándome que no me metiera en problemas en el colegio, que dejara de contestarle al profesor de matemáticas. Pero ella no sabía que el bigote Sepúlveda me caía bien, que si lo enfrentaba era solo para llamar la atención de Marina y porque los números me costaban un poco más que las letras. Me quedo con las pichangas de los jueves, especialmente la vez que ganamos con un penal de último minuto a los de ingeniería comercial. Un penal pateado por mí, por supuesto. Nunca fui titular en la selección de la universidad. Marina nunca me pescó en la media.

Me quedo con las fiestas en la casa del rulo Sarabia que siempre terminaban en la plazoleta de la población y con los vecinos llamando a los pacos. Me quedo con el horario de verano, no vuelvo a cambiar el reloj. Las horas se irán acumulando y en una de esas me alcanza para volver al Normandie y escuchar a Ilsa decirle a Rick que el mundo se desmorona y a ellos se les ocurre enamorarse. 

Que se joda el toque de queda. Siempre tendremos los recuerdos. 

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